Menos que cero nos lleva a un mundillo de hijos adolescentes de poderosos magnates de Hollywood en un caluroso verano en California.
..." era muy raro conducir con 42 grados a la una o a las dos de la madrugada. Casi no había coches y si aparcabas a un lado de la carretera y apagabas la radio y bajabas las ventanillas, no se oía nada. Solo se percibía mi propia respiración ronca y seca. Pero nunca podía quedarme demasiado tiempo, por que de pronto me veía los ojos en el espejo retrovisor, rojos, asustados, y algo me aterraba de verdad y tenia que volver a casa rápidamente."...
Parte de un pasaje calido de un libro frío, donde los personajes parecen no poder demostrar ninguna emoción.
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